miércoles, 23 de abril de 2008

LA CASTAÑERA DEL MAIMÓN GRANDE

Hace mucho, mucho tiempo, tanto que vosotros niños aún no habíais nacido. En el Mahimón grande, en una de tantas cuevas que hay por allí, vive desde hace mucho muchísimo tiempo “la castañera” ahora ya es muy viejecita, y apenas puede andar y con mucho esfuerzo es capaz de llevar a cabo su trabajo de siempre, de toda su vida.
La Castañera sólo venía al pueblo en otoño, y en otoño vosotros sabéis que el sol calienta muy poquito, los día son muy cortos, tanto que a las seis de la tarde ya es de noche. Los árboles de hoja caduca empiezan a perder sus hojas y las calles se cubren de hojas apareciendo una alfombra de amarillo y marrón. La ropa que nos ponemos en otoño es de abrigo por eso nos ponemos jerséis de lana, los pantalones y las faldas son de paño, los calcetines de lana y en los pies nos solemos poner botas o zapatos cerrados.
En las casas se encienden las estufas, las calefacciones y los braseros se hacen los reyes de las casas.
En las camas se ponen mantas y edredones para que las noches sean cálidas.
Las golondrinas emigran a otros países más cálidos donde no haga frío.
Y a los pies de los árboles aparecen las setas que por este tiempo empiezan a salir.
Las ardillas en los árboles también surgen comiendo castañas y saltando de rama en rama.
Bien pues, en este tiempo otoñal La Castañera con las castañas que recogía de los árboles, iba al pueblo de Vélez Blanco y las vendía los miércoles en el mercado.
Llevaba un saco lleno de castañas y un fogón portátil; iba asándolas y vendiéndolas en cucuruchos a todos los niños y niñas, mamás y papás, abuelos y abuelas que querían comprarle.
Por entonces hacía mucho más frío que hace ahora, poca gente tenía abrigos, y para protegerse del frío utilizaban los chales, que se ponían las mamás y las abuelas.
Los chales eran mantones de paño muy grandes, tanto que las cubrían completamente, y en el filo tenían flecos.
Los niños y niñas llevaban jerséis muy gruesos de lana, calcetines de lana y zapatillas de paño, los niños llevaban pantalones cortos de paño y las niñas faldas de paño. Los abrigos pocos niños y niñas tenían como ya os he dicho antes; y si acaso se lo habían comprado sus papás sólo se lo ponían los domingos y días de fiesta.
Pues bien, la castañera, siendo niña como ya os decía, tenía que levantarse muy temprano, porque tenía que venir al pueblo, con su saco de castañas y su fogón, para vender castañas, ya que el dinero lo necesitaban para comprar comida.
Pero un miércoles que debía ir al mercado como de costumbre, la noche anterior estuvo tanto tiempo preparando las castañas que cuando se hizo de día se quedó durmiendo y cuando se despertó y fue al mercado vio que los señores que estaban en los puestos ya habían recogido y se habían marchado.

Las gentes de Vélez-Blanco estaban en sus casas preparando la comida, y la pobre castañera se encontraba sola y triste porque no tenía dinero para comprar comida y llevársela a su casa. Estaba tan triste que se puso a llorar desconsolada -mente hasta que la fatiga se apoderó de ella, pues tampoco había comido y quedó desfallecida.
“La Castañera” era muy querida por todos, incluso por los animales, así que las palomas que vieron lo ocurrido levantaron el vuelo y corrieron a llamar a todos los vecinos del pueblo, los llamaban con sus alas por los cristales y así acudieron todos y pudieron comprarles a “la castañera” todas sus castañas hasta que se agotaron y el saco quedó vacío.
De esta forma “la Castañera” pudo regresar al Mahimón Grande con comida para alimentarse.
Hoy día “La Castañera” es una señora muy anciana que apenas puede moverse, pero ... como es muy bondadosa todo el mundo la quiere, la protege y la mima. Ella ahora viene solo poquitas veces al mercado y cuando lo hace no puede ver a los niños ya que estáis en el colegio. Pero a veces... se acerca a las clases y ¡¡¡ SORPRESA!!!! y asa castañas única y exclusivamente para los niños y niñas del C.P Castillo de los Vélez de Vélez Blanco.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado

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